sábado, 15 de junio de 2013

A continuación... más insectos

¡Buenas tardes, hombres y mujeres del siglo XXI! Vengo a ustedes con deliciosa información.

En la entrada pasada discutimos un poco sobre los insectos y su viabilidad como una fuente de alimentos y el día de hoy continuaremos esa discusión. Pero antes, un mapa:


En lo personal no soy muy fanático de este tipo de cosas. Yo prefiero tener mi información escrita en párrafos... Pero sé que hay a quien estos mapitas le sirven para entender mejor las cosas, así que ahí les presento algunos conceptos clave del tema con las relaciones que existen entre ellos.

Acheta domestica o grillo doméstico
Pero bueno, retomando el tema. Nos habíamos quedado en la investigación sobre el cultivo de insectos para consumo humano, ¿no es así? Pues bien, en la publicación de la FAO se habla sobre el cultivo de grillos domésticos en Tailandia y en vietnam, donde se utilizan "corrales" especializados con características como un foso como de castillo de caricatura que rodea a la construcción en donde se colocan pequeños peces para evitar que entren las hormigas, bebederos llenos de piedritas para evitar que los grillos se ahoguen en ellos, paredes de concreto recubiertas con cinta adhesiva o plástico para evitar que los grillos salgan trepando y algunas otras cosas más. A los grillos se les alimenta con alimento para gallinas, restos de vegetales, arroz y/o pasto y se les provee de pequeños receptaculos llenos de arena para que depositen sus huevecillos, los cuales después son transportados a otro "corral" para que se forme la nueva generación de animalillos.

Todo esto parece muy ingenioso, sin embargo inclusive la FAO parece reconocer que no hay mucho avance en esta área, ya que el ejemplo de los grillos es el único que aparece en el que los insectos se cultivan específicamente para el consumo humano. Existen otros ejemplos, pero en esos casos los insectos se cultivan como alimento para otros animales. Por otro lado, la misma organización advierte de algunos problemas que se pueden encontrar, por ejemplo, una granja de grillos en los Paises Bajos en la que la mitad de la población de insectos murió repentinamente por causas desconocidas (sospecharon un virus). Después de sanitizar las instalaciones y reorganizarlas... no consiguieron nada y tuvieron que cesar el cultivo. Para prevenir esto, la FAO recomienda rotación de cultivos para evitar enfermedades en los animales.

Tampoco todo es miel sobre hojuelas, como podrán ver. Y aún hay más: así como en la producción de carne a gran escala se utilizan grandes cantidades de antibióticos para evitar infecciones y hormonas para promover el crecimiento, no hay nada que impida que estas mismas técnicas se utilicen en el cultivo de insectos. Por otro lado, y aunque la producción en masa de bichos para comer acabaría (en teoría) con las terribles implicaciones medioambientales que trae consigo la recolección en grandes cantidades de insectos salvajes, aun si la carne de insecto se vuelve un recurso viable y disponible en el mercado hace falta tomar en cuenta otro factor más: ¿y si la gente no los quiere comer?

Existe una percepción muy importante en las sociedades occidentales sobre los insectos y otros artrópodos (como arañas y escorpiones) como animales que cargan enfermedades. A los insectos generalmente se les asocia con la suciedad, el descuido y la pobreza, características que no necesariamente los hacen ver como un manjar. En general, los insectos causan repugnancia y la gente tiene una aversión muy marcada a comerlos. En el artículo "La Entomofagia en México: algunos aspectos culturales" de Felipe Carlos Viesca González y Alejandro Tonatiuh Romero Contreras, los autores dedican una sección a dicha aversión; de hecho es difícil encontrar una fuente que hable del consumo de insectos que no haga referencia a el asco que mucha gente siente ante la idea de comerlos (a mi aun me "da cosa" y eso que ya he comido insectos varias veces); hay un apartado en la publicación de la FAO dedicado al "disgust factor" y en la conferencia de Marcel Dirke, el hablante hace muchas referencias indirectas a esta percepción; por ejemplo, al mofarse de que se coman camarones sin pensarlo dos veces siendo que los camarones se parecen mucho a los insectos.

De acuerdo con Viesca y Romero, esta aversión se debe a que "no se puede evitar pensar en comer patas, alas y caparazones" al llevarse a la boca un escarabajo, además de lo antes mencionado de las enfermedades y la suciedad. La FAO indica que la aversión se debe a que en occidente la entomofagia está relacionada con la hambruna y se utiliza solo como un método de supervivencia de emergencia (piensen en Bear Grylls, el tipo del programa "A prueba de todo"). El problema es que estas aversiones no son totalmente infundadas y es posible que algunas sean instintivas, lo cual presenta un obstáculo muy grande para la utilización de insectos como fuente de alimento a gran escala, aun si esto tendría muchas ventajas medioambientales y económicas.

¿Cual podría ser una solución a este problema? Desafortunadamente, no hay una solución inmediata a este problema, ya que se trata de percepciones y prejuicios sociales. A lo largo de la historia muchas comidas han tenido estigmas similares, incluyendo camarones y langostas, y por desgracia la información no es suficiente para combatir estas percepciones. Inclusive si se presentaran los insectos en formas menos "insectosas" (como galletas, o algo por el estilo) el simple hecho de saber que estos productos están hechos de insectos es suficiente para ahullentar a muchos consumidores.

Para concluir, sí es posible que los insectos se vuelvan una de las fuentes de proteína principales en la dieta de los seres humanos, pero no hoy. Hace falta que el producto esté en el mercado más tiempo, ya que las barreras mentales de la población aun son demasiado fuertes y altas. En cuanto a los beneficios que estos animales pueden traer a la humanidad, no hay duda, ya que se ha comprobado que su valor nutricional es bastante similar (e incluso mejor) que el de las carnes rojas y blancas consumidas actualmente; también se ha comprobado que de industrializarse su producción (y este es un punto súmamente importante) se podrían mitigar muchos problemas ambientales relacionados con la ganadería y la pesca. Por otro lado, se sabe que los temores sobre las enfermedades sí son infundados, ya que los insectos comestibles generalmente son hervívoros, y por lo tanto no cargan tan comúnmente con enfermedades y parásitos relacionadas con el consumo de carroña como sucede con los peces, por ejemplo. Se sabe también que los insectos generalmente no saben nada mal una vez que han sido cocinados, y también se sabe que se conservan frescos mucho mejor que otros productos comestibles debido a su contenido relativamente bajo de humedad; el agua puede llegar a representar menos del 15% del peso total de un insecto (Ekpo, 2011).

¿Qué hace falta entonces? En el caso de esta tecnología, tiempo e inversiones. En el caso de este blog, una línea del tiempo porque la materia lo pide. Aquí se las dejo:



La verdad este recurso me pareció un tanto limitado, pero pues ahí estan las principales fuentes en las que he basado mi investigación, con links a las que están disponibles para el público en general.

Nos vemos después para más cosas insectosas. ¡Hasta la vista!

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